HASTA EL 18 de DICIEMBRE. ENTRADA LIBRE
En cincuenta imágenes se enseña lo que las cámaras captan en los distintos lugares que atraviesan los refugiados. Sin atenuar nada, ni cambiarle la luz. Sin modificar el brillo o ajustar el color. No hay forma técnica o humana posible de dar calidez a unas imágenes que parecen habernos dejado anestesiados cuando su efecto tendría que ser el contrario: deberían horrorizarnos, conmovernos y empujarnos a mucho más que un “like” en redes sociales.